Garcilaso de la Vega

Garcilaso de la Vega fue uno de los exponentes de la literatura española del Siglo de Oro. Poeta y militar, nasció en toledo, posiblemente entre 1498 y 1503, y murió temprano, 1536 en Le Muy (Francia), mientras estaba en campaña.

Su familia gozaba de alta posición social. Así, cuando se quedó huérfano de padre, fue educado en la corte, donde aprendió griego, latin, italiano y francés, además de música y esgrima. En 1524 se hizo Caballero de la Orden de Santiago. Pasó buen parte de su vida en viajes, muchas de ellas para Italia (especialmente Nápoles), donde hizo amigos. Allí sufrió influencia del pensamiento renacentista, presente en sus escritos.

Sus obras están compuestas por canciones, elegias, destacándose, entre otros, los sonetos (en su mayoría con versos endecasílabos). Se dice que varios de sus sonetos son los más perfectos de la lengua castellana.

En muchas de sus composiciones hay un vocabulario rebuscado, quizás un poco difícil de entenderlas para hablantes de español B2, como yo. Por lo tanto, me costó un poco de tiempo para eligir los dos sonetos que pongo abajo. El primer trata de la mitología griega, tema comum del renacimento. El según discurre sobre la brevedad de la juventud, de la vida.

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Soneto XIII

A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!

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Soneto XXIII

En tanto que de rosa y d’azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que’l cabello, que’n la vena
del oro s’escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que’l tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

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1 comentario:

  1. Gracias, Caio.

    El último soneto, el XXIII es uno de los más famosos... y a mí me parece una joya.

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